Relactación

Odette Miller, Ciudad de Tshwane, Sudáfrica Traducido por Silvia Vidaorreta, San José, Costa Rica
Foto: Smithen Photography

Mi historia de relactación

Desde el momento en que descubrimos que esperábamos otro pequeño milagro (y porque no amamanté a mi primer bebé por falta de buena información) decidí que haría lo que fuera por amamantar esta vez.

Nuestra princesita nació en agosto con un saludable peso de 2,8 kg. Después de pasar sus primeras cuatro horas en una incubadora, una enfermera me la trajo e inmediatamente la colocamos sobre mi pecho. Se prendió hermosamente desde el primer minuto y mi lactancia comenzó.

Todo marchó bien hasta que Princess cumplió una semana. Comencé con síntomas de tipo gripe (sudoración, escalofríos, y sensación de debilidad) y tanto mi esposo como yo empezamos a estresarnos y pensar que podría tener una infección en la cicatriz de mi cesárea, así que llamamos a mi ginecóloga. Nos tranquilizamos cuando ella revisó la herida y nos dijo que estaba sanando bellamente sin infección. Nos había estado preocupando qué haríamos si tenía que volver al hospital con una recién nacida lactante, no sabíamos si ella podría quedarse conmigo.

Tras revisar mis pechos, la ginecóloga nos explicó que tenía mastitis, causada, según ella, porque mi bebé no vaciaba completamente mis pechos. En ese momento estaba feliz de tener mastitis, lo cual es tratable en casa, en lugar de una infección en la incisión. Fácil de solucionar, o eso pensamos. Me dieron antibióticos y el consejo de extraerme la leche después de cada toma, para asegurarme de que mis pechos estuvieran bien drenados: esto se convirtió en mi rutina diaria.

Pasó una semana más y volví a ser yo misma. Sin embargo, el siguiente mes fue un absoluto infierno. Como me extraía tras las tomas cada tres horas, causé una sobreproducción de leche y no me di cuenta. Mis pechos estaban constantemente llenos y adoloridos así que temía cada toma. Para la tercera semana mi cuerpo hacía espasmos por el dolor durante las tomas y frecuentemente lloraba mientras Princess mamaba. Para la cuarta semana mi cuerpo estaba a punto de apagarse, no podía levantarme de la cama. Los analgésicos no estaban ayudando y cuando casi dejo caer a mi bebé por todo el dolor que salía desde mis pechos hacia mis brazos y piernas, entendí que algo estaba muy mal. No estaba funcionando bien y mi esposo tuvo que tomar un tiempo libre en el trabajo sólo para ayudarme a alimentar a mi bebé.

Me sentía descontrolada. Sentía que estaba desatendiendo a mi hijo, que mi matrimonio se desmoronaba, que todo me superaba. Mi amado esposo estuvo a mi lado pese a todo. En ese momento no se sentía como si lo estuviera, pero ahora lo entiendo y lo aprecio aún más por apoyarme. Decidí que ya no podía continuar amamantando. R2000 y otra semana de dolor y lágrimas más tarde, mi leche finalmente se secó. Princess tomaba fórmula y yo empecé a sentirme poco a poco como mi antigua yo. Pasaron tres semanas y empecé a lamentar mi decisión. Sentía como que había decepcionado a mi hija, que no estaba dando lo mejor de mí y que había tomado una decisión egoísta cuando mis hijos siempre deberían estar primero. Sin decirle a nadie cómo me sentía, empecé a investigar para ver si podía devolver el reloj.

Relactación

Contacté a la líder de LLL Naomi Mitchell, ¡qué mujer tan increíble! Sin dudarlo, ella “me tomó de la mano” (ella estaba en Puerto Elizabeth y yo estaba en Pretoria) y me guió en cada paso del camino. La relactación no es fácil y ella me dijo desde el primer momento que no iba a serlo y que iba a necesitar MUCHA dedicación de mi parte, pero a pesar del miedo a sufrir ese dolor de nuevo, yo deseaba tanto amamantar que estaba dispuesta a hacer lo que fuera.

Empecé a extraerme leche de nuevo. Le temía a mi extractor, ahí fue donde todo mi problema empezó. Cada hora me extraía durante cinco minutos por pecho y después de una semana me extraía 10 ml cada vez. Continué extrayéndome durante tres semanas y lentamente mi producción de leche se fue incrementando. Naomi me llamaba día por medio y había muchos días en los que lloraba y quería darme por vencida (y honestamente hubo días en los que no me extraje leche), pero para la cuarta semana decidí extraerme cada media hora (también cinco minutos por pecho) y tres días más tarde noté un gran incremento en mi producción. Hoy (26 de octubre) me desperté con los pechos llenos y congestionados, con un poco de dolor, ¡pero lloré por la inmensa alegría! Goteando leche materna, estaba de nuevo en mi lugar feliz, ahora sólo tenía que contarle a Naomi.

¡Mi princesa está finalmente de vuelta en el pecho y yo no podría estar más feliz!

Naomi me pidió que compartiera mi historia con ustedes ya que hay muchas mamis en mis zapatos y habiendo estado yo en esa situación, si hay algo que pueda hacer para ayudar a otra mami, ¡lo haré con amor! Después de todo por lo que he pasado, para todas las mamás que también desean relactar, mi único consejo es dedicarse al 200%, mucha paciencia, una tonelada de apoyo de LLL, familia y amigos.

Amamantar es cualquier cosa menos fácil al principio, pero realmente vale cada momento frustrante y lágrima.