Birth & Sex: The power and the passion por Sheila Kitzinger, London: Pinter & Martin Reseña de Naomi Stadlen, Londres, Reino Unido, Traducido al español por: Silvana Prato, Lima, Perú
Photo: Kailee Riches Photography
Reseña publicada en memoria de Sheila Kitzinger, quien falleció en abril de 2015.
Birth & Sex El séptimo de los conceptos que resumen la filosofía de la Liga de La Leche señala: “La participación alerta y activa de la madre durante el parto ayuda a un buen comienzo de la lactancia”.
Sheila Kitzinger, la antropóloga social inglesa y educadora del parto centrado en la mujer, ha luchado para habilitar a las mujeres a disfrutar de la “participación activa” durante el parto. Sus diferentes libros armonizan con los valores de la Liga de La Leche y ha sido oradora en conferencias de la organización. Su contribución a nuestra comprensión acerca del parto ha sido y continúa siendo única.
Las palabras finales de su nuevo trabajo, Birth & Sex son: “Estamos a puertas de reclamar el parto espontáneo”. ¿A qué se refiere? Con la mayoría de mujeres yendo a hospitales y pariendo bajo la supervisión de profesionales de la salud bien entrenados, ¿no es parir más seguro que nunca?
Kitzinger cuestiona esta apreciación: “El parto es usualmente tratado como una crisis médico-quirúrgica”. Las mujeres entran al sistema hospitalario, son procesadas y salen con un bebé. Luego añade: “Desde el punto de vista obstétrico, el parto es un evento médico conducido por un equipo de profesionales, en un ambiente de cuidados intensivos”.
Sucintamente, Kitzinger describe el efecto de este punto de vista: “Las mujeres comenzaron a ser tratadas como contenedores que deben ser abiertos y vaciados de sus contenidos en un tiempo estrictamente limitado y la atención se centró en una bolsa de músculos y un canal de parto en vez de en la persona”. Las innovaciones técnicas para monitorear el parto hicieron fácil el ignorar a la madre. “Pareciera que es el monitor el que está teniendo al bebé y todos los ojos están centrados en él”.
Estas innovaciones técnicas han tenido un efecto negativo sobre las madres parturientas. “Significa que las mujeres ya no pueden confiar en sus cuerpos… Los sentimientos espontáneos son rechazados, ya que las mujeres experimentan el trabajo de parto en un ambiente ajeno, a menudo frente a completos extraños”. Añade: “Para aquellas que han pasado por esta terrible experiencia, las referencias a la sexualidad del parto deben de sonar a desvaríos de alguien mentalmente perturbado”.

Kitzinger ofrece un paradigma completamente distinto. “Cuando a una mujer se la ayuda a hacer lo que desea durante la segunda etapa del parto, adoptar posiciones, moverse y respirar de la forma que ella prefiera, esta etapa puede volverse una experiencia sexual intensa”. Explica: “Durante la segunda etapa del parto, cada contracción puede traer consigo una serie de orgasmos donde cada uno llega a su clímax empujando y soltando, luego aumenta nuevamente, culmina en otro y así sucesivamente”. Kitzinger describe al orgasmo femenino con un lenguaje simple y lírico al mismo tiempo: muestra cómo una mujer usa los mismos músculos y el mismo ritmo de respiración que son usados durante la relación sexual, también durante el parto. Esta manera de parir crea un momento especial para el primer encuentro entre la madre y su bebé. “Una experiencia sexual plena, la pasión del parto, se convierte en la bienvenida de una nueva persona a la vida”.
Sin embargo, Kitzinger señala prontamente que una mujer que tuvo un parto diferente, una experiencia dolorosa, “no ha fracasado en ser una ‘verdadera madre’”. Quiere demostrar lo satisfactoria que puede llegar a ser la experiencia del parto, pero al mismo tiempo muestra compasión por aquellas mujeres que sufrieron al parir. Escribe: “Me cansé de que las mujeres sean acusadas de todo lo que les sucede”.
Pero si el parto puede ser tan maravilloso, ¿por qué tantas mujeres tienen partos dolorosos, aterradores y humillantes? En Birth & Sex, Kitzinger ofrece una respuesta muy simple.
Las mujeres, escribe, tienen un modelo de parto que les ha sido impuesto.
“’¡Puja! ¡Puja! ¡No desperdicies tu contracción!… Respira hondo, aguántalo. Vamos, puedes hacerlo mejor. ¡No exhales! ¡Respira otra vez!…’ La idea detrás de esto es que la mujer puje durante cada contracción, usando cada segundo de ésta, y usando su máxima fuerza. Es exactamente lo opuesto al orgasmo femenino. Lo que sucede es que un modelo masculino de actividad fisiológica ha sido impuesto en mujeres durante el parto. El modelo de orgasmo masculino—¡Endurecer, aguantar, forzar, disparar!—está distorsionando su propio comportamiento psicosexual espontáneo. En vez de las oleadas rítmicas del orgasmo femenino, el pujar durante el parto es llevado a cabo como si fuera una larga eyaculación”.
Esta es una afirmación importante. Kitzinger es tal vez la primera persona que ha pensado acerca de esto.
¿Pero cuán exacta es la descripción de Kitzinger del orgasmo masculino? Wilhelm Reich, quien publicó el clásico La función del orgasmo en 1927 [traducido al español en 1955], describe las sensaciones sexuales de hombres y mujeres, no como dos modelos distintos, sino similares. Dejó en claro que los hombres sí experimentaban sensaciones sexuales en forma de oleadas. Sin embargo rechazó lo que él llamó “caracteres compulsivos” que producirían “fricciones violentas” en contraste a sensaciones “mutuas, lentas, espontáneas y fluidas”; esto lo imprimió en letra cursiva, así que obviamente pensaba que estas sensaciones suaves eran importantes. Quizá ese modelo más violento descrito tan vívidamente por Kitzinger corresponde al “carácter compulsivo” de Reich, en lugar de ser característico de todos los hombres.
A menudo las madres son también presionadas para pujar a sus bebés hacia afuera como si se tratase de defecar. “¡Puja hacia abajo! ¡Como si fueras a defecar!”. Forzarse y pujar no parecen ser las maneras más óptimas de hacerlo.
Kitzinger nos muestra que las mujeres (y seguramente también sus parejas masculinas) han sido confundidos por imágenes sobre formas agresivas de defecar y tener un orgasmo. Kitzinger dice que estas prácticas, muy comunes en partos en hospitales, inhiben a las mujeres a parir suave y espontáneamente.
Kitzinger ha escrito varios libros acerca del parto. Su primer libro, La experiencia de dar a luz, publicado en 1962, comienza con un capítulo titulado “Parto con Alegría”. El libro contiene varios testimonios de madres sobre sus partos, que describen una variedad de experiencias felices. Durante medio siglo, Kitzinger ha trabajado consistentemente para mostrar que el parto puede ser un momento de satisfacción sexual y también para identificar y explorar los muchos impedimentos que hacen que esto sea tan difícil para muchas madres.
Su logro único es evidente si uno lee trabajos comparables, por ejemplo, Las funciones de los orgasmos (2009) por su casi contemporáneo, el Dr. Michel Odent. Este es, también, un buen trabajo que describe siglos de “condicionamiento cultural poderosamente negativo”, el cual interfiere con el parto y el periodo inmediato luego del mismo. Sin embargo, a menudo Odent parece perder de vista la autonomía de una madre. “Desde una perspectiva práctica… una mujer en trabajo de parto debe ser protegida de cualquier tipo de estimulación de su neocórtex”, señala en su penúltima página. ¿No es esto algo que una madre debería decidir por sí misma?
Kitzinger, por el contrario, es siempre personal. De este modo, ella y nosotras estamos siempre presentes a lo largo de su trabajo. Mientras algunos que escriben para informar a las madres son a menudo didácticos y abrumadores, Kitzinger logra ser informativa, mientras rebosa humanidad, y así es verdaderamente empoderadora.
Naomi Stadlen es líder de la Liga de La Leche en Londres. Tiene tres hijos y tres nietos. Ha escrito dos libros, ambos aprobados por la Liga de La Leche: Lo que hacen las madres (2004) y Como aman las madres (2011). Sheila Kitzinger fue su profesora prenatal. Naomi escribió esta reseña en 2013.