Tiempo Fuera

Eileen Harrison
Traducido por Dunia Guerrero, Lima, Perú
Foto: Chelsea Vice

¿Es el “tiempo fuera” un metodo efectivo para la disciplina de los niños?

Guía amorosa

Desde la infancia los niños necesitan una guía amorosa que refleje aceptación de sus capacidades y sensibilidad hacia sus sentimientos.

¿Es el “tiempo fuera” una herramienta de disciplina útil que ofrezca amorosamente una guía para el niño que refleje la aceptación de sus capacidades y sensibilidad hacia sus sentimientos? He descubierto que sí puede serlo si es abordado y manejado con un espíritu positivo. Al mismo tiempo, su uso es más limitado de lo que pudiéramos pensar.

Encontré el “tiempo fuera” efectivo como una medida interina en mi propio desarrollo como madre. Comencé con un enfoque tradicional de la disciplina, con muy poca paciencia (para conductas que consideraba inaceptables) y dejando asomar mi mal genio con facilidad. El tiempo fuera resguardó a mi hijo de los efectos inmediatos de mi mal humor y nos dio a ambos la oportunidad de tranquilizarnos.

Sin embargo, gradualmente, llegué a reconocer que era yo quien necesitaba más disciplina. Me embarqué en un viaje de descubrimiento que me llevó lejos de enseñar por oposición, hacia enseñar mediante una relación de cooperación con mis hijos. El menor de mis hijos, que era pre-escolar, me dijo:” mamá, cuando te enfadas, haces que mi cabeza dé vueltas” El efecto en él era físicamente obvio. Aprendí a calmarme poco a poco, a reconocer las primeras señales de advertencia de una situación que se me estaba saliendo de las manos y a lidiar con esta antes de enfurecerme.

El menor de mis hijos, que era pre-escolar, me dijo: “mamá, cuando te enfadas, haces que mi cabeza dé vueltas”

Nuestro primer hijo tuvo tiempo fuera en su habitación. Cuando empezó a tener pesadillas—no creo que estuvieran directamente relacionadas con el tiempo fuera—se volvió importante para nosotros mantener su dormitorio como un lugar en el que se sintiera seguro y tranquilo, lo que provocó una nueva etapa en nuestra búsqueda de otros enfoques.

Sus dos hermanos menores fueron más sensibles y respondieron con auténtico temor al aislamiento, lo que nos ayudó más en nuestra búsqueda de métodos de disciplina con amor. Llegué a entender que, fuera evidente o no, la mayoría de niños pequeños temen el aislamiento impuesto, así sea por poco tiempo. Cualquier tipo de restricción, como mantener una puerta cerrada para evitar fugas es muy aterrador – a menudo tanto para padres como para hijos. Es poco probable que un niño asustado aprenda algo positivo.

Aprendimos que el tiempo fuera no era una forma efectiva de enseñar a nuestros hijos a manejar su ira. Enseñar requiere presencia, el aislamiento no la provee. Un momento determinante para mí llegó cuando leí en el libro de Sidney D. Craig “Raising Your Child, Not By Force But By Love” sobre la madre que espera que su hijo, sentado solo en su habitación piense: “Creo que fui malo hoy… ahora estoy siendo castigado por lo que hice. Creo que ya no debería portarme mal nunca más”. Sin embargo, desafortunadamente, el pensamiento del niño sonaría más así: “No es de extrañar que haya llegado tarde a casa. Ella siempre me está molestando. Cualquiera con una madre así volvería tarde a casa”. Cuando yo era niña, mis padres me mandaban a sentarme en las escaleras cuando sentían que me había portado mal y recuerdo haber tenido ¡exactamente ese tipo de pensamientos! Es probable que nuestros niños no estén usando el tiempo fuera para reflexionar sobre su comportamiento y lamentarse, sino para justificarlo y empezar a sentirse incomprendidos y resentidos.

Enseñar requiere presencia, el aislamiento no la provee.

La separación de una situación estresante puede ser de ayuda en cualquier edad del niño. Una vez que aprendí a disociar mi propio estado emocional del de mis niños, estuve en mejores condiciones para ayudar con cualquier separación de la situación que fuera necesaria – una especie de tiempo fuera pero acompañados. Yo podía simplemente poner al niño en mi regazo y sostenerlo firmemente pero sin tosquedad hasta que él se sintiera calmado. Si era posible salíamos al aire libre, de preferencia a algún lugar donde pudieran dar salida a su agresividad mediante alguna actividad física. Otras veces, llevaba al niño a nuestra habitación. Descubrí que estar a su nivel, sentada en el piso lo ayudaba a calmarse más fácilmente y acercarse a mí cuando estuviera listo. Me tomó un tiempo aprender a proveer una presencia tranquilizadora que no fuera entendida por mi niño como que lo estaba premiando con mi atención.

Debido a que este tiempo fuera era totalmente positivo por naturaleza, se realizaba sin tiempos límite. La atención estaba en el niño y sus necesidades: el tiempo dependía de él. ¿Cuándo estaba él listo para reunirse con el resto de la familia y comportarse de manera adecuada con los demás?

La atención estaba en el niño y sus necesidades: el tiempo dependía de él.

Cuando mis hijos eran más grandes, ocasionalmente yo tomaba tiempo fuera para mí misma. Me encerraba en el baño o mi habitación hasta que me sentía más capaz de estar con mi familia. Esto reforzó la lección de que el tiempo fuera era más una estrategia de manejo del humor que un castigo. El aprendizaje es una actividad a lo largo de toda la vida: siempre hay lugar para una mejora personal.

Steph Whiteley por Christina Simantiri

 

Eileen Harrison se acreditó como líder de LLL en Gran Bretaña en 1977. Vivió durante 7 años en Alemania y actualmente vive en Rennes, Francia. Ella y su esposo Richard tienen 4 hijos adultos y 6 nietos.

Recursos

Craig, S. D. Raising Your Child, Not By Force But By Love

Faber, A. & Mazlish, E. Cómo Hablar para que los Niños Escuchen y Cómo Escuchar para que los Niños Hablen

Flower, H. Adventures In Gentle Discipline