La leche materna y un sistema inmune fuerte

La leche materna y un sistema inmune fuerte

Categories: Breastfeeding Today, Español, Global Community

Jamie Morea, Henderson, Nevada, EEUU
Traducido por Inma Mellado, Madrid, España

La leche materna y un sistema inmune fuerte

“No importa lo que pase, empieza a hacer extracción manual a la hora o dos del parto para decirle a tu cuerpo que comience a fabricar leche”.

Cuando estás embarazada mucha gente te da consejos. Fue este consejo en concreto el que realmente agradecí. Verás, mi bolsa se rompió a las 27 semanas y media de embarazo mientras estaba de vacaciones en el Caribe, y nuestros planes para tener un parto respetado y en casa se rompieron con ella.

Nuestra luna de miel de bebé se convirtió en un eclipse, me puse a buscar información con urgencia. No teníamos un plan B y tampoco tenía idea de cuánto tiempo disponía para crear uno.

Poco sabía entonces que las palabras de mi amiga se convertirían en el timón que nos permitiría navegar con éxito a través de los duros tiempos venideros, porque exactamente dos semanas después, en la semana 29 y medio de embarazo, mi bebé en posición de nalgas tuvo que nacer por cesárea de urgencia.

El equipo de la UCIN se lo llevó y a mí me llevaron a la sala de reanimación, donde se me hizo el tiempo eterno, sola junto a mis peores miedos, pensamientos y emociones. ¿Sobreviviría nuestro bebé? ¿Tendría impacto en el resto de su vida un nacimiento traumático? ¿Cuándo podría tenerle en brazos? Él necesitaba estar con su madre.

Entonces es cuando me acordé del consejo de mi amiga. “Te dirán que tienes que recuperarte”, me dijo. “Pero no importa lo que pase, empieza a hacer extracción manual a la hora o dos del parto para decirle a tu cuerpo que comience a fabricar leche”.

Bien, tenía que esforzarme. Tenía que concentrarme. Él me necesitaba y podríamos hacerlo.

Yo sabía que la lactancia materna sería una pieza fundamental en los inicios de la vida de mi hijo porque la leche materna es fundamental para la formación de un sistema inmune fuerte y sano. De hecho, sabía más de este tema por mi trabajo investigando probióticos.

Veréis, la leche materna está llena de bacterias fundamentales cuyos beneficios se extienden mucho más allá de la nutrición superior que provee. Estas bacterias probióticas sientan literalmente las bases para un intestino sano que servirá al bebé el resto de su vida. Y los bebés obtienen las bacterias beneficiosas que necesitan de dos sitios: el canal del parto y la leche de sus madres. Habíamos perdido la primera oportunidad de colonización del microbioma de mi bebé a través de un parto vaginal y no iba a dejar pasar la oportunidad de la segunda colonización sin luchar. Había mucho en juego porque las consecuencias de un microbioma dañado en los primeros días de vida pueden tener impactos negativos de por vida.

Aquí os dejo un par de ejemplos.

  • Un estudio de 2015 publicado en la Trends in Molecular Medicine (Tendencias en Medicina Molecular) encontró que el microbioma infantil tiene un papel fundamental en la salud inmune y metabólica y que su desarrollo se puede ver afectado negativamente por las cesáreas, los antibióticos perinatales y la alimentación con leche artificial. De hecho, los bebés que reciben leche artificial y leche materna tienen un microbioma alterado similar al de los bebés que reciben solo leche artificial.
  • Un estudio publicado en la revista Science Magazine en 2015 por Katie Hinde y Zachary T. Lewis encontró que la leche materna contiene cientos de bacterias beneficiosas que consiguen colonizar el intestino del bebé y que serán la base de su sistema inmune (el 80% de las células del sistema inmune están en el tracto intestinal).

Conocía los poderes milagrosos de la leche materna y sabía lo crítico que era pasarle mis bacterias a mi bebé. Lo sabía en mi cabeza, como una enciclopedia andante, pero ahora lo sentía en mis huesos.

Se dice que el parto es el rito de entrada en la maternidad. Para mí fue un momento decisivo. Mi bebé necesitaba mi leche y yo podía hacer algo para dársela.

Comencé a masajear mis pechos con propósitos renovados. En esos primeros días, me extraía manualmente cada dos horas, a veces durante una hora. Mi marido recogía las pequeñas gotas de calostro (alias oro líquido) con una jeringa y llevaba orgulloso nuestros 0,4 ml a la UCIN.

Los días antes de que me subiera la leche fueron complicados, por decirlo de forma suave. Fue doloroso y muchas veces nos sentíamos improductivos. Estábamos exhaustos física y emocionalmente y yo me estaba recuperando de una cirugía mayor, pero merecía la pena. Al final, no hay nada como la paz interior que proporciona saber que has hecho todo lo posible para asegurar la salud de tu bebé.

Con mis hormonas posparto en pleno auge, comí bien y tomé suplementos. Y me saqué leche con un vigor desconocido para mí. Mi hijo obtuvo los ingredientes necesarios para tener un comienzo saludable en la vida y nunca tuve que considerar la suplementación por una baja producción de leche.

Hubo otros retos en el camino. Durante su estancia de 64 días en la UCIN, tuvo que aprender a succionar, a coordinar succión, deglución y respiración y a cambiar los biberones y la alimentación con tubos por la lactancia directamente al pecho. ¿Y sabes qué? Nunca enfermó.

Las posibilidades de tener un bebé amamantado en exclusiva después de un nacimiento tan prematuro son muy bajas. Y hubo muchas veces en las que pensé que estábamos perdiendo la batalla. Pero lo que me mantuvo en la lucha, lo que hizo que siguiera extrayéndome leche y ofreciéndole el pecho a mi bebé (a pesar de que él prefería el biberón), fue saber cuán esencial era mi leche para su microbioma.